Hace poco, un consultante me preguntó: “¿Y cómo manejás lo impersonal de la videollamada?”. La inquietud me pareció genuina y me llevó a reflexionar. ¿Qué entendemos por “lo impersonal”? ¿Qué implica asumir que una videollamada no puede generar un vínculo personal?
Es cierto: no hay sofá, no hay una taza de té compartida ni un pañuelo que se pueda ofrecer en el momento justo. No estamos en la misma habitación. Pero eso no significa que no estemos juntos. La presencia no depende únicamente del cuerpo físico.
El vínculo terapéutico más allá de la pantalla
Investigaciones ya han demostrado que el vínculo terapéutico , ese hilo invisible que sostiene la relación entre terapeuta y consultante, puede establecerse y fortalecerse también en contextos virtuales.
Un metaanálisis realizado por Norwood et al. (2018) mostró que las intervenciones en línea son efectivas y que la alianza terapéutica puede ser igual de sólida que en la modalidad presencial.
Lo que hace significativa una sesión no es la silla donde estás sentado, sino la capacidad del terapeuta de escuchar con atención, sostener con presencia emocional y resonar con lo que el otro trae. Y eso puede suceder también a través de una pantalla.
El rol humano en la terapia digital
Detrás de la videollamada no hay un bot automatizado ni una aplicación de respuestas preprogramadas. Está el profesional, con su historia, formación y humanidad. Está el consultante, con sus emociones, dudas y necesidades.
La tecnología media el encuentro, pero no lo determina. Es una herramienta, no una barrera. La conexión auténtica se construye con escucha activa, ética del cuidado y deseo genuino de estar para el otro.
Desafíos y oportunidades
No niego que existan diferencias. Hay gestos que se pierden, momentos que se interrumpen por una conexión inestable y cierta intimidad espacial que no está.
Pero también hay oportunidades: personas que antes no podían asistir por distancia, movilidad, crianza o tiempos laborales ahora acceden a procesos terapéuticos.
Según la American Psychological Association (2020), muchos pacientes reportan sentirse más cómodos en su propio entorno, lo que facilita aperturas que en el consultorio podrían tomar más tiempo.
Lo personal no depende del canal
La videollamada no impide la construcción de un vínculo real. Lo que lo permite —como siempre— es la presencia emocional, la escucha activa y la ética del cuidado. La terapia online nos recuerda que lo personal no está en el espacio físico compartido, sino en la calidad del encuentro. Y cuando ese encuentro se sostiene con humanidad, incluso a través de una pantalla, puede ser profundamente transformador.

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